Sísifo fue un criminal despreciable: mientras fue rey de Corinto, abusó de su poder, robó, asesinó, engañó a los dioses.... Su conducta fue castigada en el Tártaro, donde fue condenado a llevar rodando una enorme rueda de piedra hasta la cima de una colina muy alta y empinada: tan pronto llegaba a la cumbre, creyendo su tarea ya realizada, la roca se escapaba de sus manos y caía de nuevo abajo, hasta el pie de la colina, obligándole a empezar de nuevo.
Por la ladera, cuesta arriba,
rueda la robusta roca.
Condena cumple mi sudor
ya que el cansancio lo derrota.
Mi fuerza uso en vano,
pues al asomarse la cima,
al frente no doy paso:
hacia abajo se desliza.
Las feroces olas mi alma es,
que lucha por llegar lejos
y como el mar, se echa a correr
cuando se las lleva, traicionero.
Mi recompensa es el silencio
el silencio, mi castigo.
Mi castigo es estar lejos
de lo que quiero y no consigo
Aun así no desisto
y la meta alcanzaré.
quizá de esto no salgo vivo
pero no me rendiré;
Me encontraré a mí mismo,
empujando hacia delante,
paso a paso por el abismo
pues Sísifo soy, gran amante.
rueda la robusta roca.
Condena cumple mi sudor
ya que el cansancio lo derrota.
Mi fuerza uso en vano,
pues al asomarse la cima,
al frente no doy paso:
hacia abajo se desliza.
Las feroces olas mi alma es,
que lucha por llegar lejos
y como el mar, se echa a correr
cuando se las lleva, traicionero.
Mi recompensa es el silencio
el silencio, mi castigo.
Mi castigo es estar lejos
de lo que quiero y no consigo
Aun así no desisto
y la meta alcanzaré.
quizá de esto no salgo vivo
pero no me rendiré;
Me encontraré a mí mismo,
empujando hacia delante,
paso a paso por el abismo
pues Sísifo soy, gran amante.
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